TORRIJOS, EL GENERAL
Gisbert, El fusilamiento de Torrijos (1888)
Gisbert
nos hace un guiño con la referencia a los fusilamientos de Goya porque se vuelve
a repetir la Historia. Otra vez la lucha contra la tiranía con el heroísmo como
protagonista y, ahora, la traición
añadida en el camino.
Aquel
amanecer de 1831 (de nuevo el amanecer como sobresalto), Torrijos mira a la
muerte de frente, desde el ángulo estético e histórico de una punta de lanza
que se dirige hacia nosotros alejándose del dramatismo romántico simbolizado en la ruptura del cielo; la misma punta de lanza que ha llegado hasta
las playas de Málaga para derrocar al absolutismo de Fernando VII.
Ahora
Torrijos sustituye al protagonista de los Fusilamientos de Goya, pero su
actitud, a diferencia de aquella trágica camisa blanca, manifiesta serenidad
ante el pelotón de fuego amigo. Los fusiladores tampoco aquí tienen rostro, son
un pelotón amorfo que figura a espaldas de los héroes de la Historia. Todo el
protagonismo es para “Torrijos, el general / noble, de la frente limpia, / donde se
estaban mirando / las gentes de Andalucía”.
“Que los maten a todos”, contestó el tirano ante las peticiones de
clemencia; y el ruido de los disparos
ahogó el rumor de las olas.