jueves, 15 de diciembre de 2016


                    CRIMEN Y CASTIGO



        cuadros-religiosos - Cuadro -La Anunciación, 1425-, G. Da Fisole Fra Angelico - Fra Angelico, G. Da Fisole
    Angelico, La Anunciación (1428)

               Soy el Arcángel San Gabriel y vengo de parte del Señor para anunciarle que estamos rodando una película en varios tiempos. Los decorados, como ve, son típicos del Renacimiento (arcos de medio punto, capiteles griegos…), pero esto sólo es el envoltorio.
            En el panel de la izquierda (naturaleza pura salvo los vestidos de los pecadores, una incongruencia), irá la furia de Dios expulsando a Adán y Eva de El Paraíso; mire si estarían bien, todo gratis… pero nada, la desobediencia está en la constitución humana; y ahí tiene a El Espíritu Santo empujándolos con las manos: hala, hala, a trabajar o a explotar el sudor del de enfrente, que en eso yo no me meto; bastante tuve con crear el mundo (recuerde que El Espíritu Santo también es Dios).
            En la escena de la derecha (mire qué salto temporal) aquí me tiene enviado por El Señor (como si no hubiera tenido tiempo hasta ahora) para decirle que parirá un redentor de los pecados adquiridos por aquel mordisco de manzana. Eso sí, no va a redimirlos del trabajo, aunque le hubiera sido tan fácil añadirlo en este mismo decreto.

            Y en la cenefa inferior se adelanta un tráiler de las próximas entregas de la vida de su hijo: la adoración de los Reyes Magos…. Dará qué hablar.

jueves, 1 de diciembre de 2016

              
                         EDUARDO MENDOZA         

            Hago una excepción en este blog, nada pegado a la realidad, porque la noticia lo requiere. Ayer le concedieron el Premio Cervantes a Eduardo Mendoza, y creo que es el momento de volver sobre su obra. Quizás es uno de los escritores con el estilo más cervantino de nuestra lengua, por lo que el premio es doblemente significativo. Por cierto que, más allá de su valía como escritor, quiero destacar también su personalidad humana.
            No voy a hablar de sus muchas novelas (desde La verdad sobre el caso Savolta hasta El secreto de la modelo extraviada, pasando por La ciudad de los prodigios y tantas otras); esta cita sólo es para aconsejar la lectura de alguna de sus obras. Yo quiero aludir aquí a la última: El secreto de la modelo extraviada; en ella continúa con su particular género satírico-policíaco de la Barcelona de la época; pero yo quiero destacar el conocimiento de sus personajes y el cariño con el que los trata.

            Y voy a recordar un pasaje especialmente: uno de sus peculiares personajes acaba (por avatares de una noche) durmiendo en el banco de un colegio; cuando llegan los niños por la mañana y lo ven, empiezan a darle patadas y a someterlo a todo el acoso del que pueden ser capaces; pero llega la profesora y, ante aquella situación, advierte al agredido de que no se le ocurra tocar a los niños. Es una muestra de cómo Mendoza trata de colocarse al otro lado del espejo.