EDUARDO MENDOZA
Hago una excepción en este blog, nada pegado a la
realidad, porque la noticia lo requiere. Ayer le concedieron el Premio
Cervantes a Eduardo Mendoza, y creo que es el momento de volver sobre su obra. Quizás
es uno de los escritores con el estilo más cervantino de nuestra lengua, por lo
que el premio es doblemente significativo. Por cierto que, más allá de su valía
como escritor, quiero destacar también su personalidad humana.
No voy a hablar de sus muchas novelas (desde La verdad sobre el caso Savolta hasta El
secreto de la modelo extraviada,
pasando por La ciudad de los prodigios y tantas otras); esta cita sólo
es para aconsejar la lectura de alguna de sus obras. Yo quiero aludir aquí a la
última: El secreto de la modelo extraviada; en ella continúa con su
particular género satírico-policíaco de la Barcelona de la época; pero yo
quiero destacar el conocimiento de sus personajes y el cariño con el que los
trata.
Y
voy a recordar un pasaje especialmente: uno de sus peculiares personajes acaba
(por avatares de una noche) durmiendo en el banco de un colegio; cuando llegan
los niños por la mañana y lo ven, empiezan a darle patadas y a someterlo a todo
el acoso del que pueden ser capaces; pero llega la profesora y, ante aquella
situación, advierte al agredido de que no se le ocurra tocar a los niños. Es
una muestra de cómo Mendoza trata de colocarse al otro lado del espejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario