lunes, 22 de febrero de 2016




                PLACIDEZ ENGAÑOSA                         


                            
                              Picasso, Bañista al borde del mar (1930)

                      Para Kety, que me regaló una copia preciosa que realizó de esta obra.

            Los críticos de arte dicen que mi estructura (más bien diría desestructura) obedece a las características del cubismo analítico que trata de descomponer las partes del todo para presentarlas en un mismo plano y bla, bla, bla… pero no les hagáis caso; como siempre tratan de sacar punta a un lápiz más afilado que mi nariz (y ya es decir).
            Yo sólo trato de descansar plácidamente al borde del mar, sin una diagonal que sobresalte mi espíritu (¿no se aprecia mi pose relajada?); y para ello no necesito más que mi cuerpo desmadejado y una cierta espera agazapada tras el halo de tranquilidad que transmiten los colores planos de mi cuerpo y la apagada luz que me ilumina.

            Pero tampoco os equivoquéis vosotros. Bajo esa tranquila apariencia escondo (si os fijáis bien) una agresividad contenida, esperando clavar mi nariz expresionista sobre la presa que aguardo y devorarla con mi boca, que no es más que una vagina dentada que Picasso dispuso en posición vertical para que no quepa la menor duda. Sólo entonces mis brazos desplegarán su voracidad dormida para cumplir el instinto depredador de mantis religiosa enmascarada.

viernes, 12 de febrero de 2016




                                 OMNISCIENTE  GOOGLE



            Seguía recibiendo anuncios y correos electrónicos a pesar de que no contestaba ninguno. Había sido muy aficionado a responder a los amables requerimientos de Internet y la red le correspondía inundando su ordenador con todo tipo de mensajes relacionados con sus debilidades.
            Un día escribió algo sobre Moisés y enseguida le llegó el anuncio de un curso para aprender hebreo y otro ofreciéndole un viaje a Oriente Próximo; otro día tecleó el título de la canción Caballo viejo e inmediatamente tenía en la pantalla el enlace de Caetano Veloso cantando la versión de Tonada de luna llena (una maravilla que descubrió gracias a aquel azar); también recibió imágenes de sexo entre caballos y un video de Chávez arengando a los venezolanos.

            Pero durante los últimos días la pantalla se mostraba muda por falta de indicios en los que apoyarse para ofrecerle alternativas. Esta preocupación hizo que Google encargase a su mejor algoritmo bucear en la vida de aquel internauta otrora tan activo. Después de arduas tareas de búsqueda llegó a su pantalla un anuncio con los servicios de una funeraria, pero tampoco hubo respuesta.