jueves, 21 de mayo de 2015




    
                    

                                      TORRIJOS, EL GENERAL

                                      


                                                Resultado de imagen para gisbert fusilamiento torrijos sus compañeros       

                  Gisbert,  El fusilamiento de Torrijos  (1888)


            Gisbert nos hace un guiño con la referencia a los fusilamientos de Goya porque se vuelve a repetir la Historia. Otra vez la lucha contra la tiranía con el heroísmo como protagonista y, ahora,  la traición añadida en el camino.
            Aquel amanecer de 1831 (de nuevo el amanecer como sobresalto), Torrijos mira a la muerte de frente, desde el ángulo estético e histórico de una punta de lanza que se dirige hacia nosotros alejándose del dramatismo romántico  simbolizado en la ruptura del cielo;  la misma punta de lanza que ha llegado hasta las playas de Málaga para derrocar al absolutismo de Fernando VII.
            Ahora Torrijos sustituye al protagonista de los Fusilamientos de Goya, pero su actitud, a diferencia de aquella trágica camisa blanca, manifiesta serenidad ante el pelotón de fuego amigo. Los fusiladores tampoco aquí tienen rostro, son un pelotón amorfo que figura a espaldas de los héroes de la Historia. Todo el protagonismo es para  “Torrijos, el general /  noble, de la frente limpia, / donde se estaban mirando / las gentes de Andalucía”.
            “Que los maten a todos”,  contestó el tirano ante las peticiones de clemencia;  y el ruido de los disparos ahogó el rumor de las olas.

jueves, 7 de mayo de 2015





                                          DE ARCONTES Y DELEGADOS



              
               Fidias,  Friso de Las Panateneas en El Partenón (423 a de C.)


      Soy la primera figura de la izquierda, uno de los encargados de organizar la procesión cívica que anualmente realizamos los atenienses en honor de nuestra diosa Atenea (si se fijan bien, mi disposición y mi pose contrastan con el paso de la comitiva). Fidias me puso aquí para que supervise el orden de  las ergastinas en la ofrenda del manto que llevaban en sus manos para la diosa, y que la barbarie del tiempo ha desgastado hasta dejarlo reducido a un simple recuerdo.
      Tuve suerte de que no me tocase el puesto que vigila el paso de los malolientes caballos o el de los animales de sacrificio; desde aquí, sin embargo, puedo recrear la vista con el paso de las preciosas muchachas atenienses y las formas voluptuosas que delatan sus vestidos (por cierto, tengo que pedirle el teléfono a la segunda de la izquierda).
      Pero, cara al futuro, hay que introducir algunos cambios. Tendré que hablar con Pericles para convencerle de que privatice la gestión de estas manifestaciones cívicas para hacerlas más eficientes. Si me lo permite yo mismo podría crear una empresa para organizar estos eventos. Saldría más barata que La Gurtel.