EL ESCORIAL Y FELIPE II
Juan de Herrera, El Escorial (S.XVI)
Yo
soy El Escorial, pero también podía ser Felipe II; fue él quien me impulsó y
quien importunó a mi arquitecto para que quedara clara su personalidad en mis
formas. Durante los viajes que realizó para vigilar mi construcción, pagó con el
sufrimiento de la gota el pecado de querer estar a pie de obra.
Suya
es mi estructura de parrilla cuadriculada, forma de pensamiento acotado del que
no se debe salir bajo pena de quebranto; en cada esquina una torre que vigile
la línea recta marcada por cornisas y ventanas, en cada torre una esfera como
símbolo perfecto de la geometría cerrada; y gobernándolo todo, esa simetría
propia de un rey que cree estar en el fiel de la balanza.
Mis
aristas son tan vivas como la intransigencia de su cortante
inflexibilidad, recalcitrante ante cualquier asomo de decoración que aliviase
el color gris del feldespato de mi piedra, que no es sino el negro dulcificado
con el que él vestía su figura de Greco.
Y
aquí estoy cual moderno rascacielos tumbado, derribado por el tiempo.