martes, 21 de febrero de 2017

                       IN VINO VERITAS

   
             Resultado de imagen de la ultima cena
        Leonardo Da Vinci, La última cena (1498)


            Soy el fotógrafo de La Última Cena y he descubierto que el motín de sus apóstoles, al que se enfrenta Cristo, no se debe al anuncio de que uno de ellos lo va a traicionar.
            Les ha dicho (porque como Dios que es, conoce el pasado, el presente y el futuro) que esa sala será profanada con la apertura de una puerta en la pared justo debajo del fresco; que los soldados napoleónicos la usarán de establo para sus caballos antes de que las monjas lo utilicen como refectorio; y que las interpretaciones futuras harán de esa sencilla cena de amigos un acontecimiento histórico en el que la ventana del fondo, que nimba su cabeza y lo sitúa en el centro de la escena, lo convertirán en el punto de fuga donde convergerán todas las miradas y todos los caminos de la Historia .

            Pero los gestos de los apóstoles, que transmiten sorpresa, indignación o enfado, no se deben a nada de eso, sino a la falta de vino para la cena. Solamente Juan (que es una nenaza, según Judas) permanece impasible en el séptimo cielo. Se preguntan quién les lavará los pies al final de la cena si no hay ningún borracho.

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