EL PERRO SEMIHUNDIDO
Goya, El perro semihundido (1823)
¿Estaba
Goya meditando sobre sí mismo cuando me pintó en este muro? En sus ojos creí
ver la decepción de sus últimos días en España cuando, ya anciano, tuvo que
tomar el camino del exilio en un viejo carromato.
Y
el exilio se le hace también como un muro, tan cuesta arriba como me dispuso
frente a esa cornisa insalvable que me devuelve al abismo, mucho más
perceptible en La Quinta del Sordo que en las posteriores reproducciones que se
hicieron de mi angustia. En aquel muro sobrevolaban mi cabeza los pájaros de la
libertad como quimera inalcanzable y contrapunto a mi ansia de salvación, que también
era la suya.
Pero
aún peor que el muro es esa altura insalvable sobre mi cabeza angustiada, esa
soledad que me rodea y de la que es imposible evadirme; enfangado en un mar, no
sé si de arena o de agua, en el que el destino me zarandea contra todas las
normas de la composición académica.
Pero
es mentira: no lucho contra la adversidad política ni contra la miseria humana;
no lucho por la libertad ni por otras ocurrencias de poeta. Sólo lucho por
salvar el pellejo, aunque me temo que Goya también era un poco poeta.
me gusta mucho este cuadro
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