EL NIÑO DE “LA LIBERTAD GUIANDO AL PUEBLO”
Tengo
permiso de Delacroix para salirme del cuadro. Acabamos de asaltar una barricada
y ya miro al futuro y me desentiendo de los muertos como si fueran cosa del
pasado. Ni siquiera me detengo ante el que contempla embelesado las tetas de La
Libertad sin importarle la muerte.
Mis
ojos buscan la transcendencia de la historia a diferencia de mis compañeros de
cuadro. El burgués y el obrero tienen la mirada más cercana, más interesados en
el desarrollo del futuro inmediato; aún se mezclan hermanados, borrachos en la Revolución
del 30; pero ¿cómo los pintaría Delacroix si tuviera que fotografiar la del 48
cuando se enfrentaron entre sí? ¿Hacia dónde mirarían sus ojos?
Pero
me inquieta la actitud de La Libertad. Su mirada cautelosa hacia los
protagonistas sociales manifiesta una desconfianza en el futuro que me
preocupa; como si esa palabra, mágica y gastada que se asocia a Francia, simbolizada
en la bandera, no se fiara de ellos y tuviera que estar vigilante ante el
siguiente recodo de la Historia. Yo, en cambio, me conformo con esta borrachera
de libertad porque Delacroix me puso aquí como contrapunto y, por tanto, mis
ojos van más allá de la escena que representa el cuadro; miran al futuro con la
felicidad que otorga la inocencia.
Esta maravilla de texto, hace que disfrute más atentamente, de éste maravilloso cuadro.
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