VIGENCIA DE CRISTÓBAL DE CASTILLEJO
Cristóbal de Castillejo vivió en la primera mitad del
S. XVI. Pasó la mayor parte de su vida en Centroeuropa, donde murió y donde descansan
sus restos (Wiener Neustadt). Era un poeta que se oponía al gusto italianizante
de la literatura española de la época representado por Garcilaso; frente a éste,
cultivó un género que hoy podríamos ver próximo a la poesía de la experiencia.
Entre
sus obras figura ésta muestra por la que parece no haber pasado el tiempo, dedicada
a glosar los consejos para gozar de una vida feliz: vida, muerte, amor…; los
temas eternos de la poesía.
VIDA
BUENA Y DESCANSADA
Bienaventurada
vida,
si
alguna lo puede ser,
estas
cosas a mi ver,
son,
señor, por su medida
las
que la pueden hacer:
Hacienda
no mal ganada
con
sudor, mas heredada;
campo
bien agradecido,
lugar
durable sabido,
y
pleito jamás por nada.
Pocos
cargos de que dar
cuenta
ni tener cuidado,
y
el ánimo sosegado;
buenas
fuerzas a la par
y
cuerpo sano, templado;
prudente
simplicidad
y
amigos con igualdad,
y
fácil conversación,
la
mesa sin presunción
y
sin pompa y vanidad.
La
noche no sepultada
en
torpe borrachería
mas
de congojas vacía;
cama
no desconsolada,
pero
casta todavía;
sueño
quieto y sabroso
que
haga, con su reposo,
breves,
dulces y seguras
las
tinieblas más escuras
y
el tiempo más trabajoso.
Item,
que mientras vivieres,
para
que vivas de veras,
tan
solamente ser quieras
aquello
mismo que fueres
y a
nada lo prefirieras;
y
que la muerte que crees,
en
tanto que no la vees,
porque
no te dé postemas,
en
ningún tiempo la temas
ni
tampoco la desees.
Cristóbal de Castillejo. Obras de conversación y pasatiempo
P.D.
Releo esta poesía y me viene a la
memoria un poema de Gil de Biedma que continúa esa tradición de la lírica
española:
En un
viejo país ineficiente,
algo
así como España entre dos guerras
civiles,
en un pueblo junto al mar,
poseer
una casa y poca hacienda
y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
y
vivir como un noble arruinado
entre
las ruinas de mi
inteligencia.
Jaime Gil de
Biedma, De vita beata