EL MANTO DE FERNANDO VII
Luis de la Cruz, Fernando VII (1828)
Pasaré
a la Historia del ridículo como un remedo grotesco del manto de Luis XIV. He de
ocultar tanta miseria bajo este real boato que sólo dejo al descubierto ese mentón avieso que, por más que se empeñe, no deja de ser quijada.
Perderé
el honor y el respeto por cubrir a este rey de
horrible aspecto, una voz que da miedo y
tonto completo, para que pueda
aparentar lo que no es; porque el hábito no hace, sino oculta las miserias de
los hombres, como señuelo protector de la impostura y espantajo de los dardos enemigos.
Perderé, también, el cielo por tapar a
un animal tonto y ocioso, mentiroso,
envilecido y solapado que iba con los de la feria y volvía con los del
mercado, al amparo de los cien mil espadones del insigne Duque de Angulema y de
otros muchos imitadores patrios.
Pero lo que más siento es que no
pasaré a la Historia del Arte (¿cuántos me conocerán con el paso de los tiempos
a diferencia de los perspicaces retratos que Goya hizo de Fernando VII?); y no
pasaré a la Historia, porque un manto pretencioso pierde toda su belleza cuando
ampara la ignominia oculta en la piel de un rey.
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