San Pedro del Vaticano (S. XVI - XVII)
Soy
San Pedro porque en esta ciudad fui nombrado primer Papa de La Iglesia y en
ella tuvo lugar mi crucifixión cabeza abajo según pinta Caravaggio. Y aquí
erigieron esta iglesia en mi recuerdo para que sea meca de la Cristiandad.
La
cúpula es mi cabeza que gobierna la ciudad y el mundo desde lo alto; tanto se
me parecen los Papas que han acabado por tener como símbolo una figura oronda
como la mía, igual que si usaran guardainfante. Con los ojos del tambor atisbo
desde lejos la llegada de los fieles a lo largo de la Via Della Conciliazione;
ellos son mi desvelo y mi alimento. Los digiero en el interior de la basílica
después de haberlos embelesado con el baldaquino, remedo moderno de Bernini del
ara donde Abraham cambió a Isaac por un cordero. Pero contra aquellos horrendos
sacrificios, nosotros hemos ideado la transubstanciación: ahorra tiempo y
sangre y multiplica la clonación como lo
hizo Jesús con los panes y los peces.
Los
brazos de la plaza también son obra de Bernini; en ella se distraen los fieles traspuestos
con su belleza, acogiéndolos mientras esperan cantando el momento en que Cristo
los conduzca al paraíso. Como dice la copla:
Llevo
una venda en los ojos
como
pintan a la fé.
No
hay dolor como esta gloria
de
estar queriendo sin ver.
Y la nave va.
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