HÉCTOR SE DESPIDE DE ANDRÓMACA
Giorgio de Chirico, Héctor y Andrómaca (1917)
“A ella a su vez le dijo el gran
Héctor, el de resplandeciente casco: “En verdad, mujer, todo esto me afecta a
mí también. Pero siento una terrible vergüenza ante los troyanos y las troyanas
que arrastran su peplo si, como un cobarde, trato de mantenerme lejos del
combate. Y tampoco me incita a ello mi corazón, puesto que he aprendido a ser
valiente siempre y a pelear entre los primeros troyanos, tratando de alcanzar
la gran fama de mi padre y la mía propia... Vendrá un día en que perezca la
sagrada Ilión y Príamo y el pueblo de Príamo, el de la buena lanza de fresno.
Pero no me preocupa tanto el dolor de los troyanos en el futuro, ni el de la
propia Hécuba y el del rey Príamo, ni el dolor de mis hermanos...cuanto tu
dolor, cuando alguno de los aqueos de túnicas de bronce te lleve prisionera,
llorosa y te prive de la libertad. Y estando en Argos, tendrías que tejer a las
órdenes de otra y llevar agua de la fuente, una y otra vez... y un duro destino
pesará sobre ti. Y un día dirá alguno, al verte llorar: “He ahí a la mujer de
Héctor, que era el más fuerte entre los troyanos domadores de caballos, cuando
luchaban alrededor de Ilión”. Así hablará alguno algún día y tu dolor volverá a
renovarse por la falta de un hombre tal como para apartar de ti el día de la
esclavitud”. (…) Y al instante el ilustre Héctor se quitó el casco de la
cabeza, depositándolo en el suelo entre mil resplandores, y tras besar a su
hijo y mecerlo en sus brazos, dijo suplicando a Zeus y los demás dioses: “Zeus
y demás dioses, concededme que también este hijo mío sea, como yo lo soy,
excelso entre los troyanos y tan bueno por su fuerza y que reine con poder en
Ilión. Y que algún día se diga de él cuando suba del combate: “Helo ahí, es
mucho más valiente que su padre”.
Despedida de Héctor y Andrómaca. Homero, La Ilíada.
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