UNA MIRADA HERODOXA A 3 CIUDADES BÁLTICAS
(TALLIN, RIGA Y GDANSK)
(III/III)
GDANSK
El casco histórico de Gdansk, pequeño y de estructura
ortogonal fruto de constantes destrucciones/reconstrucciones, mantiene una
unidad de estilo basado en volúmenes, formas y colores; a esos colores hay que
añadir uno que acaba acaparando los escaparates y las tiendas en las calles: el
ámbar. El ayuntamiento debería mirarse en el espejo si no quiere que su ciudad
acabe convertida exclusivamente en un mercado (de ámbar). Y todo ello porque la
ciudad tiene otros alicientes que se ven amenazados por el monopolio de dicha
resina.
La calle Dluga (o Dugli) es una de las que
atraviesan el casco histórico en sentido oeste/este (una especie de eje
vertebral urbano) y que como todas las calles paralelas a ella acaban en
puertas emblemáticas al llegar al muelle. En el cruce de Dluga con la calle Boguslawskiego
se encuentra la Puerta Alta
(Brama Wyzsza), con emblemas
de la antigua Ciudad Libre de Gdansk.
A pocos metros de allí, se entra a través del gran arco de la Puerta Dorada (Zlota Brama), construida en el siglo XVII en una
mezcla de estilos italiano y flamenco. Poco más adelante la calle se ensancha
en una especie de plaza donde encontramos la Fuente de Neptuno para acabar en el muelle.
Gdansk, Fuente de Neptuno.
Paralela a ella por el
norte discurre la calle Piwna, donde
se encuentra la Basílica Mariacka, desde cuya torre de 405 escalones
(previo pago) podrás divisar en un ángulo de 360º toda la ciudad incluidos los
famosos astilleros e imaginarte los tiempos de Solidaridad. Dentro no ofrece
más interés que un reloj astronómico con figuras rotatorias. Cuando sales y la
vuelves a contemplar sólo ves una inmensa muralla de ladrillo rojo que
atestigua la importancia histórica del Catolicismo en Polonia. Precisamente en
el ábside de la catedral se abre la calle Mariacka
en la que sólo encontrarás ámbar hasta que la puerta (Brama Mariacka) te devuelva al muelle.
Basílica Mariacka
Ni el museo (antiguo)
ni el teatro (moderno) ofrecen nada interesante, aunque sí el pequeño mercado
(también de ladrillo rojo). Cuando has deambulado por sus calles todas te
acaban pareciendo iguales salvo un detalle novedoso: al pasear por el muelle (Dlugie Pobrzeze) en dirección a la Vieja Grúa se puede ver al otro lado
del canal la moderna arquitectura de Gdansk; allí, una nueva línea de edificios
mantiene la estructura y volúmenes del casco histórico, pero cambia el ladrillo
rojo por el hierro y el cristal, como un espejo en el que mirarse a sí misma para
combinar tradición y modernidad. Parece como si las aguas del canal actuaran
como valla de cristal para construir el futuro sin traicionar el pasado.
Gdansk, Dlugie
Pobrzeze con La Vieja Grúa al fondo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario