EL PERRO DE “LAS MENINAS”
Velázquez, Las Meninas (1656)
Soy
el rey del mambo. Ahí donde me veis, medio dormido, medio olvidado, soy el rey
del mambo; o al menos el ojo derecho de la Infanta. Solamente Velázquez parece fuera
de escena, absorto, no sé si más pendiente de los espectadores que lo
contemplarán en el futuro o de los reyes que acaban de entrar en el estudio según nos muestra en el espejo.
La
infanta está distante; ni siquiera atiende a las solícitas meninas que se
desviven por ella. Parece que no me mira, pero yo soy su principal afecto; jamás
permitirá que me toquen un pelo. Aunque el enano italiano parece darme una
patada, en realidad está acariciándome para ganarse la gratitud y el
reconocimiento de la infanta, que antes permitiría que lo maltratasen a él o a su
compañera Maribárbola, que para eso la acompañan: para darles una patada cuando
pinte y para ser objeto de mofa y escarnio cuando sea menester, además de
servir de contrapunto a la excelsa majestad de la infanta.
Ella me estima más a
mí que a toda la tropa de acompañantes que la adula y a la que trata con el
desdén que nunca mostraría conmigo. Solamente me preocupa un tema que no
controlo: ¿quién será el futuro marido de la infanta?
Sin duda, la lealtad del perro no se la dará ninguno de los miembros de la Corte.
ResponderEliminar