CÁRCEL Y LIBERTAD
Victoria de Samotracia (S. II a de C.)
Aquí
estoy secuestrada. Me arrancaron de mi mundo para instalarme en este país
extraño (y ahora dicen que lo que se robó no se puede devolver). Me colocaron sola, sobre esta escalera de El Louvre desde donde
parezco retomar el vuelo, pero sólo es un espejismo; me cortaron los brazos y la
cabeza por si ese vuelo me mostrara el camino de vuelta en el tiempo y la distancia; así, mi cuerpo
flota permanentemente en el vacío como un
mascarón de proa que busca a tientas inútilmente la ruta de vuelta a Ítaca.
Todo
es una paradoja. Yo, que fui el símbolo de la victoria de los griegos frente a
los bárbaros sirios hace más de dos mil años, me encuentro ahora encarcelada en
esta prisión histórica de recuerdos del pasado. Y lo que más me duele (tanto
como el mismo encierro) es que, después de tanto tiempo, Marinetti se descolgara diciendo que un automóvil de carreras tiene más belleza
que yo.
¿Imagináis
mi levedad con los brazos (que no tengo) extendidos contra el viento que modula
los pliegues de mi túnica? Ni Fidias llegó tan lejos. Me mantendrán en
cautiverio, incluso me podrán cortar las alas; pero lo que nunca lograrán
quitarme es este sublime movimiento hacia la libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario