¿QUIÉN MIENTE?
Augusto Guerrero
(S. I a de C.)
No engañarás a nadie por más que disimules con esa túnica con la que te intentas camuflar como un respetable
filósofo próximo al desamparo. Bajo esa inofensiva toga se traman todas las
órdenes que afectarán a las vidas de tus súbditos, mientras tú
sólo mostrarás magnanimidad en las manos y pureza inmaculada en los pies
descalzos; en tu apariencia de
ejemplar honestidad se funden el derecho con la sangre y el latín con los
tributos (¡vae victis!). Pero tú nunca aparecerás como el brazo ejecutor de
la justicia; el papel de carnicero me lo dejarás a mí, el mensajero con
espada, mientras tú te codeas con el servicial Virgilio y condenas al
ostracismo la insumisión de Ovidio. Espero que algún día la Historia retire la túnica que enmascara tu secreto.
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Augusto Gobernante
(S. I a de C.)
El peso de las armas te ofusca la claridad
de espíritu. Tú pasarás a la Historia como el gran emperador que cambió la
espada por el decreto; pero ese encubrimiento se lo debes a mi trabajo
callado de maniobrero en la sombra mientras tú exhibes el radiante laurel de
la victoria. No fui yo quien se quedó con el mando del ejército dejando al
Senado inerme a los pies de tus caballos; no fui yo quien acabó con el Triunvirato obligando a Lépido
a la humillación y a Marco Antonio al suicidio. Llegará un día del futuro en el que los
profetas del pasado devolverán a Ovidio al lugar del Panteón que no debió abandonar,
y me denunciarán a mí ante la Historia como el insidioso alter ego que
ocultaba tu coraza.
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