LAS LAVANDERAS DE PORTUGAL,
ESAS CHICAS ENCANTADORAS ...
Daumier, La lavandera (1860)
Todo es borroso salvo el inocente
rostro infantil que vive en un mundo ajeno al de la realidad pintada en el
cuadro de Daumier.
La escalera tan pendiente es la
metáfora de la vida, la madre un pesado fardo abatido por el esfuerzo que le aplasta las espaldas;
lo que asoma por la cesta no son vísceras, sino la ropa aún mojada que cuelga
pesada como la vida, algo tan inconcreto que sólo sabemos que es ropa porque el
cuadro se titula La Lavandera. Los edificios del fondo parecen un paisaje
desolado después de la batalla, iluminado para que contraste con la escena del
primer plano; sobre una pantalla de cine la vida sigue subiendo escaleras.
Daumier
utiliza figuras desdibujadas y amorfas,
y unos colores terrosos para transmitirnos la congoja de una realidad cruda, llevada
hasta el límite por El Realismo pictórico, que usa sus armas para mostrarnos la
penuria humana durante la época de La Revolución Industrial. Pero entonces se
le llamaba Realismo; sólo más tarde algunos lo tildarían de sucio realismo.
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