jueves, 2 de julio de 2015








                                             LAS LAVANDERAS DE PORTUGAL,
                                 ESAS CHICAS ENCANTADORAS ...




                                   
                                Daumier,   La lavandera  (1860)


            Todo es borroso salvo el inocente rostro infantil que vive en un mundo ajeno al de la realidad pintada en el cuadro de Daumier.
            La escalera tan pendiente es la metáfora de la vida, la madre un pesado fardo abatido  por el esfuerzo que le aplasta las espaldas; lo que asoma por la cesta no son vísceras, sino la ropa aún mojada que cuelga pesada como la vida, algo tan inconcreto que sólo sabemos que es ropa porque el cuadro se titula La Lavandera. Los edificios del fondo parecen un paisaje desolado después de la batalla, iluminado para que contraste con la escena del primer plano; sobre una pantalla de cine la vida sigue subiendo escaleras.

            Daumier utiliza figuras  desdibujadas y amorfas, y unos colores terrosos para transmitirnos la congoja de una realidad cruda, llevada hasta el límite por El Realismo pictórico, que usa sus armas para mostrarnos la penuria humana durante la época de La Revolución Industrial. Pero entonces se le llamaba Realismo; sólo más tarde algunos lo tildarían de sucio realismo.

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