viernes, 17 de enero de 2020


                 UNA MIRADA HERODOXA A 3 CIUDADES BÁLTICAS
                                  (TALLIN, RIGA Y GDANSK)
                                        
                                                      (I/III)
TALLIN

            Cuando llegas a Tallin procedente de Estocolmo, la capital de Estonia te parece un villorrio medieval. Atrás queda la potente arquitectura de la ciudad escandinava (1/3 de superficie), sus parques (otro tercio) y su tercera parte restante de agua. Estocolmo puede soportar mucha población (incluso turística) sin que te veas agobiado por ello, porque esa vida urbana la percibes como la esencia de la ciudad. En cambio, Tallin no sólo es un villorrio medieval, sino un villorrio medieval inundado por un turismo que ya forma parte del muestrario urbano, al que no puede asimilar, y que deambula a manadas por su pequeño casco histórico convertido en mercado moderno de una ciudad antigua a la que fagocita.
            Si quieres percibir el sentido de la Plaza del Ayuntamiento y su gótico austero tendrás que buscar una hora intempestiva porque usualmente está ocupada por todo tipo de tiendas, terrazas y catafalcos que entierran la belleza de la plaza bajo un manto kitsch que desvirtúa su pasado; sucede lo mismo en la mítica calle Pikk, donde las fachadas lucen letreros incompatibles con el sentido de su estética y su pasado, un pasado de las casas de comerciantes de la Hansa, organización histórica que funcionó como un ensayo de la Unión Europea avant la lettre.

            Imagen relacionada   
            Plaza del Ayuntamiento    

  
            La Catedral (ortodoxa) de Alexander Nevski de fines del S. XIX    hace de puente entre el pasado medieval y modernidad, en línea con la arquitectura rusa de cúpulas doradas de una época en la que Estonia formaba parte del Imperio Ruso y que rememora las victorias del propio Alexander Nevski en aquellas tierras; sus vidrieras y la decoración colorista de influencia bizantina dan luz al templo y contrastan con otros edificios de ladrillo envejecido que están pidiendo a gritos una rehabilitación  como la que ya se ha iniciado en San Olaf (final de la calle Pikk).

                 Resultado de imagen de catedral ortodoxa tallin         
                 Tallin, Catedral Ortodoxa de Alexander Nevski.
     
            La calle que desciende de la plaza del ayuntamiento hacia el puerto es la muestra más palpable de que Tallin ha vendido su alma al turismo sin más contraprestaciones que un puñado de dinero con el que inundar las calles y las aceras con terrazas y armatostes que impiden caminar y amenazan con convertir a la ciudad en una postal que podrías contemplar sin necesidad de visitarla.

            
  

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