EL
MIEDO A LA PUBERTAD
Abandonaré
el paraíso de la infancia donde los conflictos se resuelven con una mueca de
olvido y me internaré en la misteriosa adolescencia como la música de Grieg
explora los imprevisibles recodos de los fiordos de mi patria; en cada nota un
secreto, en cada curva un enigma, y, al final, me encontraré tan perdida como
el piano que intenta buscar salida a una
coda para huir del laberinto.
Me
protegeré del mundo con las piernas y los brazos presionados como única defensa
frente a lo desconocido (como si ello sirviera para algo más que para enmascarar
mi angustia); no sé qué pasa en mi cuerpo que cambia como una oruga y me deja al descubierto una
permanente mutación que me acongoja; la intentaré ocultar, pero mis ojos me
delatarán por más que los abra con ánimo de simulada indiferencia; es tan
difícil ignorar el miedo cuando estás sola frente al mundo y a tu espalda no tienes más que un muro de desamparo.
Intentaré
avanzar hacia la vida y llegaré a olvidarme de ese muro, pero de lo que nunca
podré evadirme es de esa sombra inquietante que sobre él proyecto, cuya
presencia me persigue como un silencioso espectro.
Magnífica descripción de los sentiminetos contradictorios que se experimentan durante la pubertad.
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