miércoles, 8 de octubre de 2014



                                      EL MIEDO A LA PUBERTAD

                                    
                                    Edvard MunchLa pubertad (1895)

            Abandonaré el paraíso de la infancia donde los conflictos se resuelven con una mueca de olvido y me internaré en la misteriosa adolescencia como la música de Grieg explora los imprevisibles recodos de los fiordos de mi patria; en cada nota un secreto, en cada curva un enigma, y, al final, me encontraré tan perdida como el  piano que intenta buscar salida a una coda para huir del laberinto.
            Me protegeré del mundo con las piernas y los brazos presionados como única defensa frente a lo desconocido (como si ello sirviera para algo más que para enmascarar mi angustia); no sé qué pasa en mi cuerpo que cambia como  una oruga y me deja al descubierto una permanente mutación que me acongoja; la intentaré ocultar, pero mis ojos me delatarán por más que los abra con ánimo de simulada indiferencia; es tan difícil ignorar el miedo cuando estás sola frente al mundo y a tu espalda no tienes más que un muro de desamparo.

            Intentaré avanzar hacia la vida y llegaré a olvidarme de ese muro, pero de lo que nunca podré evadirme es de esa sombra inquietante que sobre él proyecto, cuya presencia me persigue como un silencioso espectro.

1 comentario:

  1. Magnífica descripción de los sentiminetos contradictorios que se experimentan durante la pubertad.

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