sábado, 26 de diciembre de 2015






                                             LA MUJER DEL COLUMPIO


                       
                                            
                                         
                                             Fragonard, El columpio (1767)


                         
            Me empuja la estabilidad emocional en la sombra hacia la aventura del joven prohibido que me espera ilusionado entre un paisaje frondoso de voluptuosidad irresistible. Apuro mi galanteo con el vuelo del zapato y la muestra de mis encajes como promesa de inagotables delirios. Me columpio en un balanceo de ida y vuelta que parece no tener fin; alternaré las dos existencias que este tiempo sin zozobra me ha permitido vivir.
            Sobrevuelo el paraíso terrenal en este Siglo de las Luces, por encima de las inquietudes que atribulan al común de los mortales porque Dios lo ha querido así. Estoy más allá de las penurias que angustian a los lacayos que me sirven, y de los menesterosos cuyas vidas ordinarias subyacen bajo este lujo que me ha sido concedido. El cielo ha impuesto a la tierra su orden natural contra el cual nada se podrá hacer.
            A la altura del año 1767 no vislumbro futuro más prometedor que esta vida de fastuosidad interminable. La Revolución Francesa que sucederá dentro de 22 años n`aura pas lieu.









viernes, 11 de diciembre de 2015

                          


                                          ¿A DÓNDE VOY?   
                                          

                                      
                                      Giacometti, Hombre caminando (1960)

            No estoy seguro de que mi desnudez contribuya a concebir mejor la condición humana. Si así fuera, la imagen de un hombre primitivo desnudo sería más auténtica que la mía;  pero nadie se imagina a un hombre primitivo caminando con las preocupaciones que parecen acompañarme en la deriva, como si quisiera alejarme de mis desvelos.
            Camino con paso decidido, pero nadie sabe a donde voy; dicen que voy hacia adelante, pero ese es un adverbio que sólo se define por mi posicionamiento, porque en realidad yo no sé si mi destino está delante o lo he dejado atrás. ¿Quiso con ello Giacometti plasmar la desorientación del hombre? ¿Quiso expresar su soledad? ¿Son tan sólo interrogantes vacuos de intelectuales ociosos? Creo que el hombre primitivo tenía (y tiene) todas estas respuestas mucho más claras que yo; aunque, ahora que caigo: quizás por ello estoy volviendo mis pasos hacia el origen de todo; seguramente que también yo me he vuelto ocioso.
            En cuanto a mi desnudez, sólo huesos disfrazados de espíritu, ya no sé si representa mejor el concepto original de hombre o si nos hemos acostumbrado a que somos lo que muestran los caireles de la rima.



jueves, 26 de noviembre de 2015




                                                   DE PROFETAS Y DE SANTOS



                          
                                               
                  El profeta Ezequiel                              S. Francisco de Asís


            El profeta es una figura emblemática de la religión judía de la misma manera que el santo lo es del cristianismo; ambos parecen jugar un papel transmisor de los designios de los dioses ante sus Iglesias, pero su actitud difiere tanto en el enfrentamiento que tienen con la ortodoxia como en la aceptación de las correcciones que se les imponen.
            El profeta se presenta como la conciencia crítica ante las desviaciones del poder y descarga su furia contra los representantes del mismo (Isaías se enfrentará al rey Manasés aunque ello implique su muerte), mientras que el santo no osa levantar la voz ante sus superiores y prefiere acomodarse al exilio interior de una vida domesticada, aunque para ello tenga que convertirse en un anacoreta que evita la confrontación; su rebelión queda reducida al campo de la experiencia mística sin que transcienda más allá de la íntima vida personal. Santa Teresa convierte en éxtasis lo que apuntaba a un enfrentamiento con la Iglesia y la propia jerarquía eclesiástica lo asimila y lo añade a su corpus como propio. Ningún Papa se verá amenazado por un santo como Saúl lo estuvo por Samuel.

            Los profetas tampoco aceptan las correcciones del poder cuando éste se las impone. Si los poderosos obran mal serán castigados, si son idólatras o corruptos acarrearán la desgracia de su gente y la suya propia; y ante ello no hay concesión posible. Por eso Lutero fue un profeta, que no santo; porque denunció la corrupción de la Iglesia y nunca se doblegó a las recomendaciones de Roma. Además, el Cristianismo no castiga las desviaciones de sus jerarquías con la desgracia en este mundo; aplaza su juicio al más allá. Actuar mal deja de ser un problema para los gobernantes porque los santos no te van a pedir cuentas como lo hacen los profetas. Los santos han sido incluidos en nómina, aunque esa nómina sólo sea la salvación del alma y un lugar en los altares. Cuando Cristo (el profeta) dice que su reino no es de este mundo, ha dejado de ser profeta para convertirse en santo.

jueves, 12 de noviembre de 2015

                                       
                                                                               


                                                     

                                     LA PLANCHADORA
                                                               



La planchadora de Pablo Picasso (1881-1973, Spain) | Grabados De Calidad Del Museo Pablo Picasso | ArtsDot.com

 Picasso,  La planchadora (1904)


      Interior mortecino en penumbra azul Picasso, cuando los temas sociales eran una de sus fuentes de inspiración; piel del mismo color moribundo que delatan unas venas cenicientas, mustias como la muerte, y cuerpo desmadejado mantenido en pie a duras penas; hay que vencer el cansancio interminable de una labor extenuante: la mujer apenas si puede mantenerse erguida, mientras su cabeza cuelga sostenida por el hombro enganchado a una escarpia imaginaria. 
      Sobre la mesa un mantel, sobre el mantel una prenda (acaso no la ve, solamente la imagina) y sobre la prenda el cuerpo derrotado de una muchacha anciana aferrada con ambas manos a la plancha para no caer vencida sobre el altar del martirio y, así, poder prolongar un suplicio indefinido.

      El agua del recipiente no es para aliviar su fatiga, sino para ablandar las arrugas de los campos de trabajo; habrá que estirar la tela como se estira el calvario para hacer más soportables las horas interminables de una vida que la aplasta. Como una plancha.

viernes, 30 de octubre de 2015



                                           LIGEROS DE  EQUIPAJE

                              
                                                           
                       Marcelino Iglesias, Ligeros de equipaje. Septem Ediciones. 2010.       
  
                           
            En el año 1937 un barco con niños asturianos sale del puerto de Gijón para ponerlos a salvo de la Guerra Civil. Marcelino Iglesias reconstruye en esta novela (II Premio de Novela Ciudad de Noega) un fragmento que forma parte de esa trágica aventura de unos niños forzados a abandonar a sus familias en un viaje que se suponía temporal (mientras durase la guerra), pero  que acabó siendo definitivo.
            La novela se centra en el tren que los conduce de Leningrado a Moscú y se personaliza en un niño (Fabián), cuya historia se entrecruza con la encargada de acompañar la expedición. Fidelia (así se llama la acompañante) reconoce a Fabián como hijo de una antigua alumna, y es aquí donde comienza a entretejerse la historia a través de la evocación, las emociones y la empatía de una maestra para hacer más llevadero aquel viaje a través del frío y el desarraigo.

            La novela ayuda a reconstruir la memoria de una historia (la de los conocidos como “los niños de la guerra”) que no debemos olvidar y cuyos coletazos aún perduran en las vidas de algunos supervivientes. 

martes, 20 de octubre de 2015




                     TRANSUBSTANCIACIÓN  



            El cura fue a estrellarse con el coche contra un cruceiro. Ya tenía guasa que la cruz que en muchos caminos de Galicia sirve para orientar a los peregrinos no sirviera para orientarlo a él y se fuera a empotrar precisamente contra el símbolo de su dios. Pero no era de extrañar; ya sabía él que la velocidad con la que andaba últimamente no traería nada bueno. Cada vez había menos curas y todas las mañanas de domingo se veía obligado a decir misa en 6 ó 7 pueblos de los alrededores con las consabidas prisas. Y aquel día no pudo llegar al último.
            Cuando los tráficos recibieron el aviso del accidente pensaron que se trataba de uno más de los trasnochadores retardados que arrojaba la resaca de los sábados, por lo que, cuando llegaron, se extrañaron de encontrarse con el cura al que todo el mundo de de la zona conocía aunque fuese vestido de paisano. El cruceiro le había caído sobre el capó y él apenas si tenía algunos rasguños sin importancia, pero el coche había quedado inmovilizado obstruyendo la calzada.
            La policía le dijo amablemente que para levantar atestado se veían obligados a realizar la prueba de alcoholemia aunque sólo fuera por puro formulismo, a lo que el sacerdote accedió pacientemente. Pero cuando se puso a soplar, la tasa subió más de lo legalmente permitido.  Los policías se miraron entre sí y, tras la sorpresa inicial, le preguntaron cuántas misas había celebrado aquella mañana, a lo que él contestó, aún aturdido, que seis o siete. Y en todas ellas tomó usted el vino de la comunión, concluyeron los guardias con una respuesta implícita.
            Fue entonces cuando el cura cayó en la cuenta de la alegría con la que conducía la mañana de los domingos. Pero fue también en ese instante cuando tuvo una iluminación:

- Señores agentes, ustedes no pueden acusarme de conducir con alcohol, porque lo que yo tomo en la misa no es vino, sino vino que previamente he consagrado para convertirlo en sangre de Cristo.

lunes, 5 de octubre de 2015




                                              EL TREN DE TURNER

                   
                   W. Turner  Lluvia, vapor y velocidad  (1844)
  
            Aunque parezca que vengo del pasado como si saliera de un túnel del tiempo, no le hagáis caso a Turner; no tengo pasado, lo que tengo en realidad (y él lo sabe) es un prometedor futuro, tan arrollador como la velocidad a la que viajo y tan luminoso como la deslumbrante luz que me acompaña.
            Atrás dejo los barcos estancados y los puentes que me unen al pasado; atrás dejo el vapor y la lluvia a esta velocidad de vértigo (unos 30 km/h) que, según algunos periódicos de la época, no podrá soportar la naturaleza humana; y sólo estamos en 1844: nunca le faltan aguafiestas al futuro.

            Viaja conmigo el desarrollo imprevisible empujado por la luz; viajo dispuesto a salirme por la diagonal del cuadro llevándome conmigo el color y la esperanza, viajo  tan obstinado como mi autor con esta apuesta, empeñado en profetizar que no voy a detenerme ante nada. Él se enfrentó a los apocalípticos del Arte y yo me enfrento a los agoreros del tiempo.

domingo, 20 de septiembre de 2015




           JUANA LA LOCA VELA EL CADÁVER DE SU ESPOSO

            
             Pradilla  Juana la Loca  (1877)


            Vuestro último deseo fue descansar para siempre en Granada y así lo cumpliré aunque para ello haya tenido que desenterraros. Enviaré vuestro corazón a Bruselas siguiendo igualmente vuestra voluntad, para que las queridas que tuvisteis carguen también con tanto sufrimiento como a mí me causasteis con vuestra traición y vuestros desvaríos. Yo me quedaré con vuestro cuerpo, al que cambiaré las vendas todos los días mientras dure este tránsito a través de las inhóspitas tierras castellanas.
            No me vencerán el frío ni las tormentas que El Señor me envía pues sólo intenta probar mi fidelidad hacia vos; si el viento me apaga el fuego de las velas lo encenderé cuantas veces sea menester para mantener vivo el amor que os profeso; yo nunca os abandonaré como lo hicieron vuestras amantes ¿Por qué no me respondeis, Felipe? callais!... todavia me sereis infiel!...
            Por más que estas tormentas importunen no lograrán quebrarme la voluntad de la misma manera que vuestras afrentas no lograron doblegar el amor que os profeso, porque el amor no se muere por no ser correspondido. Item, aún abrigo en mis entrañas el hijo que me engendrasteis antes de vuestra partida como recuerdo que no olvido.

jueves, 3 de septiembre de 2015




                               MENSAJE EN LA BOTELLA


            Llegué al aeropuerto con la lengua fuera por miedo a perder el avión, con el tiempo justo para hacer un pasillo de cintas divisorias que me obligaba a recorrer 150 metros lo que hubiera podido hacer en sólo 7. Cuando entré en el escáner me acordé de que no podía pasar la botella de agua; me apremiaron para que me diese prisa y al sacar la botella me dejé media etiqueta rasgada en la mochila.
            Nada más pasar el control policial los altavoces me advierten de que tengo el deber de estar atento a las pantallas porque no se informa por megafonía. Compruebo que mi vuelo se ha retrasado 2 horas (se ve que el deber sólo era mío). Bueno, al menos podré beber agua tranquilamente; tengo que comprar otra botella: 4,80 euros (no hay competencia). Me siento tranquilamente, pero cuando voy a abrirla me doy cuenta de que le falta una parte de la etiqueta. Sólo faltaba que…. Busco en la mochila el trozo que se rasgó en el control del escáner; premio: coinciden como las dos partes del plano de localización de un tesoro.
            Vuelvo al control del escáner (al menos las dos horas de espera me han servido para algo); les digo lo que me pasó con la botella de agua. Tras una discusión estúpida me dicen que pude haber roto yo la etiqueta ahora y que por eso coinciden; no hay forma de demostrar lo contrario. Regreso a la zona de embarque.
            Poco tiempo después empiezan a llamarnos: primero los discapacitados, a continuación bisnes, familias con niños, los de tarjeta plus, los que tienen prioridad, clase A, clase B, clase C, grupo 1, 2, 3 …… No importa, lo que querían era mantenernos de pie para que no esperase el avión que nos iba a recoger cuando llegara (tarde). A un señor que iba en silla de ruedas le permitieron seguir sentado.
            El viaje corto se me hizo largo; no pude leer porque la luz de lectura no funcionaba. La azafata me dijo que debía de estar averiada, pero que podía echar una reclamación en los mostradores de la compañía. Llegamos con más de las dos horas del retraso inicial y el autocar que debía llevarme a mi destino se había ido porque había acabado su horario (al menos las luces del aeropuerto estaban encendidas para el aterrizaje). Cogí un taxi (60 euros más) y di gracias a Dios por poder haber enlazado a la ida con el vuelo internacional.


P.D. Ni la compañía aérea era de bajo coste ni el aeropuerto de lejanas tierras.

P.D. 2

   Hoy, 26/3/2018, Aena ha fijado en 1 Euro el precio de la botella de agua en los aeropuertos españoles. Creo que han leído mi entrada de 3/9/2016.

domingo, 19 de julio de 2015



                                                                  MOISÉS
 
                          
                                      
                                       Miguel Ángel,  Moisés (1515)
                              
    
Conduciré al Pueblo de Israel hasta la tierra que nunca debió haber abandonado; una tierra cuyas fuentes manan leche y miel, y de la que salieron los hijos de Jacob deslumbrados por los cantos de sirena con los que José les prometió dicha y riqueza en las tierras del Bajo Egipto. Pero para su desgracia la cautividad fue más larga que la gloria.
Las prominencias que salen de mi cabeza no son los rayos de la iluminación divina que acabo de recibir con las Tablas de la Ley (esa es una interpretación poética); son cuernos: son los cuernos que me puso mi pueblo con los ídolos paganos en cuanto los abandoné para subir al Sinaí en busca de los Mandamientos de la Ley de Dios.

La corrección política que disimulo jugueteando con mis barbas contrasta con la furia reprimida de mi espíritu; mis venas están hinchadas de cólera y mi pierna izquierda presta a salir disparada contra este pueblo desagradecido que no sabe aguantar ni 40 años en el desierto a cambio de una tierra de promisión (y eso que el maná era gratis). Sólo el movimiento contenido de Miguel Ángel me mantiene aferrado a la piedra de la que en vano intento desprenderme. 
      Mi cuerpo permanecerá para siempre esclavo de este mármol, pero mi fama se proyectará sobre los siglos, simbolizada en mis estatuas por la vara que se convirtió en serpiente, que separó las aguas del Mar Rojo y que las hizo brotar de una roca en el desierto. Ningún mago imaginó vara más polivalente.

jueves, 2 de julio de 2015








                                             LAS LAVANDERAS DE PORTUGAL,
                                 ESAS CHICAS ENCANTADORAS ...




                                   
                                Daumier,   La lavandera  (1860)


            Todo es borroso salvo el inocente rostro infantil que vive en un mundo ajeno al de la realidad pintada en el cuadro de Daumier.
            La escalera tan pendiente es la metáfora de la vida, la madre un pesado fardo abatido  por el esfuerzo que le aplasta las espaldas; lo que asoma por la cesta no son vísceras, sino la ropa aún mojada que cuelga pesada como la vida, algo tan inconcreto que sólo sabemos que es ropa porque el cuadro se titula La Lavandera. Los edificios del fondo parecen un paisaje desolado después de la batalla, iluminado para que contraste con la escena del primer plano; sobre una pantalla de cine la vida sigue subiendo escaleras.

            Daumier utiliza figuras  desdibujadas y amorfas, y unos colores terrosos para transmitirnos la congoja de una realidad cruda, llevada hasta el límite por El Realismo pictórico, que usa sus armas para mostrarnos la penuria humana durante la época de La Revolución Industrial. Pero entonces se le llamaba Realismo; sólo más tarde algunos lo tildarían de sucio realismo.

jueves, 18 de junio de 2015

                 


                                SANTA MARÍA DEL NARANCO


                                  
                    Santa María del Naranco  (844 ?)

                      Soy tan pequeña como el reino de Asturias que me construyó allá por el S. IX y tan pobre como su exiguo presupuesto, dedicado más  a la guerra contra los moros que a perpetuar mi existencia; pero a pesar de ello me elevo sobre un zócalo como tacones de piedra, esbelta como los eucaliptos que muchos siglos después me impusieron como testigo antinatural y anacrónico. Tengo que resignarme; tampoco yo fui concebida como iglesia, sino como palacio, y ahora me reciclan para improcedentes ceremonias religiosas.
              Mis esquinas de sillares escuadrados y mis contrafuertes con acanaladuras verticales me impulsan hacia el cielo y disimulan la pobreza de mis muros como embaucamiento al que el arte nos tiene acostumbrados. Pero mis trampas están al descubierto; soy como una maqueta pétrea que acusa en la fachada sur el paso de los estragos; soy una joya ceñida con sugestivas columnas sogueadas, como cuerdas de regalo, que expone en su delicadeza etérea el recuerdo del pasado.
             Y como vieja que se precie, me engalano con medallones los resquicios que los arcos dejan entre mis escotes, como broches vegetales que engarzan el envoltorio de mi celofán de piedra.
     

jueves, 4 de junio de 2015




                                 HÉCTOR SE DESPIDE DE ANDRÓMACA



                                     
                                    Giorgio de Chirico, Héctor y Andrómaca (1917)


         “A ella a su vez le dijo el gran Héctor, el de resplandeciente casco: “En verdad, mujer, todo esto me afecta a mí también. Pero siento una terrible vergüenza ante los troyanos y las troyanas que arrastran su peplo si, como un cobarde, trato de mantenerme lejos del combate. Y tampoco me incita a ello mi corazón, puesto que he aprendido a ser valiente siempre y a pelear entre los primeros troyanos, tratando de alcanzar la gran fama de mi padre y la mía propia... Vendrá un día en que perezca la sagrada Ilión y Príamo y el pueblo de Príamo, el de la buena lanza de fresno. Pero no me preocupa tanto el dolor de los troyanos en el futuro, ni el de la propia Hécuba y el del rey Príamo, ni el dolor de mis hermanos...cuanto tu dolor, cuando alguno de los aqueos de túnicas de bronce te lleve prisionera, llorosa y te prive de la libertad. Y estando en Argos, tendrías que tejer a las órdenes de otra y llevar agua de la fuente, una y otra vez... y un duro destino pesará sobre ti. Y un día dirá alguno, al verte llorar: “He ahí a la mujer de Héctor, que era el más fuerte entre los troyanos domadores de caballos, cuando luchaban alrededor de Ilión”. Así hablará alguno algún día y tu dolor volverá a renovarse por la falta de un hombre tal como para apartar de ti el día de la esclavitud”. (…) Y al instante el ilustre Héctor se quitó el casco de la cabeza, depositándolo en el suelo entre mil resplandores, y tras besar a su hijo y mecerlo en sus brazos, dijo suplicando a Zeus y los demás dioses: “Zeus y demás dioses, concededme que también este hijo mío sea, como yo lo soy, excelso entre los troyanos y tan bueno por su fuerza y que reine con poder en Ilión. Y que algún día se diga de él cuando suba del combate: “Helo ahí, es mucho más valiente que su padre”.
                                          Despedida de Héctor y Andrómaca. Homero, La Ilíada.

jueves, 21 de mayo de 2015




    
                    

                                      TORRIJOS, EL GENERAL

                                      


                                                Resultado de imagen para gisbert fusilamiento torrijos sus compañeros       

                  Gisbert,  El fusilamiento de Torrijos  (1888)


            Gisbert nos hace un guiño con la referencia a los fusilamientos de Goya porque se vuelve a repetir la Historia. Otra vez la lucha contra la tiranía con el heroísmo como protagonista y, ahora,  la traición añadida en el camino.
            Aquel amanecer de 1831 (de nuevo el amanecer como sobresalto), Torrijos mira a la muerte de frente, desde el ángulo estético e histórico de una punta de lanza que se dirige hacia nosotros alejándose del dramatismo romántico  simbolizado en la ruptura del cielo;  la misma punta de lanza que ha llegado hasta las playas de Málaga para derrocar al absolutismo de Fernando VII.
            Ahora Torrijos sustituye al protagonista de los Fusilamientos de Goya, pero su actitud, a diferencia de aquella trágica camisa blanca, manifiesta serenidad ante el pelotón de fuego amigo. Los fusiladores tampoco aquí tienen rostro, son un pelotón amorfo que figura a espaldas de los héroes de la Historia. Todo el protagonismo es para  “Torrijos, el general /  noble, de la frente limpia, / donde se estaban mirando / las gentes de Andalucía”.
            “Que los maten a todos”,  contestó el tirano ante las peticiones de clemencia;  y el ruido de los disparos ahogó el rumor de las olas.

jueves, 7 de mayo de 2015





                                          DE ARCONTES Y DELEGADOS



              
               Fidias,  Friso de Las Panateneas en El Partenón (423 a de C.)


      Soy la primera figura de la izquierda, uno de los encargados de organizar la procesión cívica que anualmente realizamos los atenienses en honor de nuestra diosa Atenea (si se fijan bien, mi disposición y mi pose contrastan con el paso de la comitiva). Fidias me puso aquí para que supervise el orden de  las ergastinas en la ofrenda del manto que llevaban en sus manos para la diosa, y que la barbarie del tiempo ha desgastado hasta dejarlo reducido a un simple recuerdo.
      Tuve suerte de que no me tocase el puesto que vigila el paso de los malolientes caballos o el de los animales de sacrificio; desde aquí, sin embargo, puedo recrear la vista con el paso de las preciosas muchachas atenienses y las formas voluptuosas que delatan sus vestidos (por cierto, tengo que pedirle el teléfono a la segunda de la izquierda).
      Pero, cara al futuro, hay que introducir algunos cambios. Tendré que hablar con Pericles para convencerle de que privatice la gestión de estas manifestaciones cívicas para hacerlas más eficientes. Si me lo permite yo mismo podría crear una empresa para organizar estos eventos. Saldría más barata que La Gurtel.

viernes, 24 de abril de 2015





    
                       MONÓLOGO DE UNA SILLA

          
                
                     Salvador Dalí, Silla  (1935)                           
     

                                                  
           No soy lo que parezco; ustedes creen ver una silla, pero en realidad yo soy un depósito de ideas, un tanque de pensamiento como se diría con la expresión inglesa tan al uso; evito decirla en inglés para que no me oigan los restos de Cervantes, ahora que acaban de exhumarlos. Por cierto, lo único que consiguieron quienes idearon  desenterrarlo fue unos huesos para que algunos pudieran hacerse un caldo; mejor hubieran empleado tanto dinero y tanto esfuerzo en buscar a los muertos de nuestra Guerra Civil que aún yacen en las cunetas, pero a eso se oponen sus ideas.
      También podían rebajar el IVA del teatro y de la cultura en general para que al menos cotizara como el del futbol, pero los que deciden piensan que es mejor para nuestra integridad intelectual dejarlo tal cual está; por eso lo subieron, porque esa es la idea que tienen ellos sobre nuestras prioridades. Podría enumerar otras muchas decisiones que se toman en nuestro beneficio, pero no quiero aburrirles con tantos hechos de la vida pública que de sobra conocen ustedes.
       Hasta hace algún tiempo yo creía que los que decidían por nosotros lo hacían guiados por nuestros intereses; después de algunas desilusiones llegué a pensar que si bien eso era  cierto, podía ser que estuvieran equivocados, que sus pensamientos no saliesen de su cabeza, sino de la parte del cuerpo que descansa sobre mí (y ahora entenderán ustedes por qué decía al principio que soy un depósito de ideas). Pero al final he llegado a la verdadera conclusión: ellos sí piensan con la cabeza; quienes piensan con el culo son los que depositan en ellos su confianza para que sigan preocupándose del futuro. A su manera, por supuesto.

lunes, 13 de abril de 2015



                                           


                                                 DESAMPARADA


                                                                                      


                                                 













                                                                                   



                                                                Picasso, Desamparados (1903)
     
 Picasso era un exagerado. ¿Existe algún niño desamparado en los brazos de su madre? Es la madre la que asume la cuota de desamparo que la vida cuelga en la inocencia de un hijo. La madre no sólo lo arropa contra el frío y el desamparo, sino que lo protege con su mano de todos los peligros imaginables creando una invisible aura de protección como sólo el amor sabe hacerlo.
     Esos ojos inocentes del niño  nunca verán la preocupación de su madre, porque ante una mirada furtiva ella cambiaría su angustia por una amorosa sonrisa y por el definitivo amparo de un beso. No le hacen falta las palabras para protegerlo del infortunio.
    Ella es la depositaria del dolor mientras alimenta la felicidad de su hijo, porque el conocimiento de la vida sólo debería ser posible cuando se tiene edad de conocimiento; hasta entonces ella te cuidará para que

     No te derrumbes.
     No sepas lo que pasa
     Ni lo que ocurre.

sábado, 28 de marzo de 2015







                                        SANTA TERESA EN ÉXTASIS

                           

                                
                                   Bernini,  El éxtasis de Santa Teresa (h. 1650)
                                                           
                                                                                    Para Elena Testón

      (…) “Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento.”
                                                                                          Santa Teresa de Jesús.

     PD. A Santa Teresa de Jesús en el día del 500 aniversario de su nacimiento. Bernini esculpe al pie de la letra el texto de la Santa que plasma su relato erótico en la línea del misticismo español del Siglo de Oro. Hágase en ella según su palabra y que los rayos de luz que la iluminan la eleven a tan altas cotas como muestra su cuerpo abandonado ante el dardo de Cupido.

jueves, 19 de marzo de 2015




                                                 
                                                 CARONTE AGUARDA



             
             Patinir, Caronte atravesando la Laguna Estigia (h. 1520)          


            Soy Caronte (un barquero de aspecto normal a pesar de las fachas con las que me pinta Patinir) y me encargo de cruzar los muertos a la otra orilla de la existencia; porque nada se destruye, todo permanece igual, aunque sea bajo forma de recuerdo, un estado distinto de la materia.       
            Acabo de pasar a Dante y Virgilio por recomendación de Delacroix. Tenían los rostros crispados no por esos nubarrones propios del Romanticismo que nos acompañaban en el viaje, sino por el miedo a lo desconocido; porque su duda era qué habría en el más allá a pesar de ser expertos en el tema. Y el más allá no existe; yo hago este camino con el rumbo rutinario de un transbordador urbano (por cierto, ¿quién me cruzará a mí cuando ya no quede nadie?) y el más allá es simplemente el paso del ser al ser de otra manera, y ese paso sólo cuesta un óbolo que todos traen religiosamente bajo la lengua (y no devuelvo cambio).
             Para este último tránsito no necesito grandes barcos  ni jarcias engalanadas y cobro siempre el mismo precio porque ante la muerte todos los hombres son iguales; lo aprendí el día que Jorge Manrique llegó para hacer el último viaje y me recitó su copla:
(…)
así que no hay cosa fuerte
que a papas y emperadores
y prelados,
así los trata la Muerte
como a los pobres pastores
de ganados.

domingo, 8 de marzo de 2015




                                                       ¿QUIÉN MIENTE?


             


Statue-Augustus.jpg
                        Augusto Guerrero
                            (S. I a de C.)

     No engañarás a nadie por más que disimules con esa túnica con la que te intentas camuflar como un respetable filósofo próximo al desamparo. Bajo esa inofensiva toga se traman todas las órdenes que afectarán a las vidas de tus súbditos, mientras tú sólo mostrarás magnanimidad en las manos y pureza inmaculada en los pies descalzos; en tu  apariencia de ejemplar honestidad se funden el derecho con la sangre y el latín con los tributos (¡vae victis!). Pero tú nunca aparecerás como el brazo ejecutor de la justicia; el papel de carnicero me lo dejarás a mí, el mensajero con espada, mientras tú te codeas con el servicial Virgilio y condenas al ostracismo la insumisión de Ovidio. Espero que algún día la Historia  retire la túnica  que enmascara tu secreto.
                  
             
                  
             Augusto Gobernante
                    (S. I a de C.)

    El peso de las armas te ofusca la claridad de espíritu. Tú pasarás a la Historia como el gran emperador que cambió la espada por el decreto; pero ese encubrimiento se lo debes a mi trabajo callado de maniobrero en la sombra mientras tú exhibes  el radiante laurel de la victoria. No fui yo quien se quedó con el mando del ejército dejando al Senado inerme a los pies de tus caballos; no fui yo quien  acabó con el Triunvirato obligando a Lépido a la humillación y a Marco Antonio al suicidio.   Llegará un día del futuro en el que los profetas del pasado devolverán a Ovidio al lugar del Panteón que no debió abandonar, y me denunciarán a mí ante la Historia como el insidioso alter ego que ocultaba tu coraza.